domingo, 23 de agosto de 2009

KOLMANSKOP: LA CIUDAD DE ARENA





La arena del desierto va penetrando poco a poco en la ciudad. Avanza lentamente por los jardines hasta penetrar en las casas. Como un monstruo silencioso, los granos de arena van sepultando, poco a poco, el esplendor que a principios del siglo XX se empeñaron en instalar los alemanes en esta pequeña ciudad, situada próxima a una gran mina de diamantes y a pocos kilómetros de la ciudad costera de Lüderitz, en Namibia.

En 1956 se fue de Kolmanskop el último habitante y el desierto ha ido borrando el recuerdo de la ciudad quizás avergonzado de los abusos y del sufrimiento que padecieron miles de trabajadores esclavizados.

La prosperidad de la mina hizo que la ciudad fuera creciendo en tamaño y que sus habitantes construyeran suntuosas mansiones, un salón de baile, un casino de juegos y hasta un hospital.

Kolmasnskop fue la primera localidad africana en disponer de un aparato de rayos x, importado no para garantizar la salud de sus habitantes o de los miles de trabajadores namibios que se esforzaron en extraer más de 1.000 kg de diamantes solo durante la 2ª Guerra Mundial.

El aparato se usó para vigilar que los mineros no ingirieran diamantes para su posterior extracción ilícita de la mina. Se hacinaban en un barracón mugriento. Más de 800 personas en un solo edificio.

Antes de abandonar el trabajo tenían que estar en cuarentena. A base de laxantes. Así evitaban la tentación de salir con un diamante en el estómago.
El Gobierno de Namibia permite hoy en día la visita dosificada de los turistas a la ciudad.

El desierto entre Luderitz y Orangemund, donde hoy se extraen los diamantes, está prohibido para los turistas, por razones evidentes.

También es evidente por qué no se permite la visita al barracón de los trabajadores o a la sala donde hacían la cuarentena.

Los tiempos no han cambiado tanto.




3 comentarios:

  1. que bueno el lugar y las fotos. geniales

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  2. esa foto de la arena inundando la casa me encanta. tanto, que me gustaría que me la pasaras para imprimirla y tenerla. es brutal, sí señor. la historia tampoco deja indiferente.

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  3. El desierto se lo come todo. Es indestructible.
    Buenas fotos Crístóbal.

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