sábado, 15 de agosto de 2009

VUELTA AL TRABAJO



Me reincorporo hoy al trabajo tras unas minivacaciones y me toca cubrir una procesión religiosa con posibles declaraciones de políticos.

De verdad me gusta mi trabajo?


miércoles, 12 de agosto de 2009

LOS ESCLAVOS DE LOS TIEMPOS MODERNOS













Latas vacías destinadas a mendigar se amontonan por las calles de Dakar, la capital de Senegal.
Cada mañana, tras dormir en el suelo de una pequeña habitación con otros diez o quince compañeros, los niños talibés cogerán su lata vacía y mendigaran durante horas, probablemente todo el día, para conseguir la cantidad que su ‘maestro coránico’ le haya asignado.
Un talibé es un estudiante, de entre 6 y 12 años, cuyas familiares han consentido ceder a un marabout para que los instruya en las enseñanzas del Corán.
La UNICEF estima que en Dakar puede haber más de diez mil niños caminando por la ciudad en busca de restos de comida y mendigando dinero para satisfacer una cuota diaria establecida por sus 'marabouts'.
A menudo con ropas rasgadas, descalzos y mugrientos, los niños caminan solos o en grupos. Muchos no aprenden nunca el Corán y muy rara vez consiguen una enseñanza adecuada que les permita acceder a algún trabajo cuando sean adultos.
Por si fuera poco, si no consiguen la cantidad de dinero establecida por su marabout serán golpeados. En algunos barrios de las afueras de Dakar se estima que cada niño debe aportar unos 300 CFA (50 céntimos de euro). En los barrios del centro de la capital podría multiplicarse la cantidad por cuatro.
Cada marabout tiene a su cargo a no menos de diez niños. Por lo tanto, es fácil imaginar el negocio en el que se ha convertido para estos profesores del Corán tener a sus discípulos en la calle mendigando.
La pobreza, el escaso esfuerzo del Gobierno y el poder de los marabouts en la sociedad senegalesa obstaculizan los esfuerzos de algunas ONG para atajar y erradicar la mendicidad de los niños talibés.
La gente consulta a los 'marabouts' sobre cuestiones familiares, cuestiones monetarias, en busca de consejo profesional e incluso para decidir a quien votar. Son influyentes en todos los niveles de la sociedad.El Gobierno de Senegal ha endurecido las leyes contra la mendicidad, pero lo que falta es que se regulen las ‘daara’, escuelas coránicas. Y evitar que cualquiera pueda abrir una.

EMILIO MORENATTI

El fotógrafo español Emilio Morenatti, herido por una bomba en Afganistán


El periodista español Emilio Morenatti y el indonesio Andi Jatmiko, que viajaban empotrados' con las tropas estadounidenses en Afganistán, han resultado heridos por una bomba.
Según un comunicado de la agencia Associated Press, el fotógrafo español y el cámara asiático viajaban en una caravana militar norteamericana cuando su vehículo fue alcanzado por una bomba cerca de Kandahar.
La bomba produjo a Morenatti heridas en una pierna que finalmente le han ocasionado la amputación de un pie, aunque se encuentra fuera de peligro y está siendo atendido en el hospital de Kandahar. Las autoridades españolas intentarán sacarle del país hoy mismo, según fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. Por su parte el cámara Jatmiko, de 44 años, sufrió heridas en una pierna y en las costillas.

lunes, 10 de agosto de 2009

DAKAR








‘Cuando era niño, tenía pasión por los mapas. Miraba horas y horas Sudamérica, Australia, África, y me hundía en ensoñaciones sobre las glorias de la exploración. En aquellos tiempos había muchos espacios en blanco en la Tierra, y cuando daba con uno, lo encontraba particularmente atractivo. Ponía mi dedo sobre el lugar y decía, cuando crezca iré allí.
Pero había uno, el más grande, el espacio en blanco más grande de todos, y ése era el que me producía mayor ansiedad’
(Joseph Conrad en ‘El corazón de las tinieblas’)

Viajar a África se ha convertido en una necesidad para mí. Año tras año ansío que llegue el mes de vacaciones para reencontrarme con una naturaleza imponente, con el calor húmedo sobre la piel, los aromas sensuales de sus especies, los sonidos de la noche.

Siento la llamada de África, un extraño desasosiego que sólo se cura cuando regresas allí.

En esta ocasión he optado por una cortísima estancia en Dakar. No ha habido amaneceres de ensueño, no disfruté de la inmensidad de los paisajes africanos, no saboreé el fuego del campamento tras las espectaculares puestas de sol. No hubo animales en libertad, no hubo contacto con las diferentes etnias que enriquecen la condición humana.

Esta vez fue el turno de los tullidos, los mendigos, los buscavidas. El caos del tráfico en una gran ciudad africana donde todos se amontonan en busca de una oportunidad.

Esta vez fue el turno de la polución y los fétidos olores de las cloacas. La basura, el desorden, el ruido.

Esta vez fue el turno de ‘África, la superpoblación, la pobreza, el hambre, la incultura, la corrupción política, las epidemias, la explotación incontrolada, las drogas, los refugiados, la bancarrota, la sequía y la guerra. África, sin otra esperanza que el humanitarismo. África, las dictaduras asesinas y las democracias pervertidas. África, sin universo moral propio, destruido sistemáticamente por los europeos desde hace cuatrocientos años. África, el Tercer Mundo. África, la barbarie de Ruanda, la hambruna de Somalia, la tiranía asesina de Nigeria, los ‘señores de la guerra’, los mercenarios, el rigor islámico, el perfume de las corrupciones, los odios tribales y la vida cotidiana al lado de la muerte. África, el horror del alma humana en el espejo.’ (Javier Reverte, en ‘El sueño de África’)