martes, 22 de diciembre de 2009

NOCHEBUENA

Niños mendigantes en Dakar
Se empeña la gente, y yo lo agradezco, en enviar felicitaciones y buenos deseos por estas fechas. No comparto la alegría colectiva por ser Navidad. No me gustan las compras y no me gustan los ritos de la Iglesia Católica. Por lo que sé tampoco me gustan las ceremonias de las otras religiones.

Pero es imposible no caer en la tentación y devolver tanta muestra de cariño y buenos deseos. Y pretendiendo ser original en la felicitación descubro que no tengo el talento de Eduardo Galeano. ¡Eso me pasa por leer! Con su permiso copio el poema:


Nochebuena
Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.

En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.

Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.

Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:

-Decile a... -susurró el niño-

Decile a alguien, que yo estoy aquí.

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